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Historias > Historia De Una Lata #TimeInACan
2015-04-12
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Las solarigrafías son todo un invento: los heliógrafos meteorológicos concentran la luz de Sol para quemar o marcar un papel de manera que se pueden medir las horas de insolación de forma sencilla. Si dispusiéramos de un registro que marcara el paso del Sol a lo largo de medio año, desde el solsticio de verano al de invierno, por ejemplo, podríamos registrar así el paso del tiempo: medio año en la vida de un lugar, unas personas... Esa es la idea que tuvieron desde la Asociación de Latas de Bebidas (BCME) con unos fotógrafos para crear una historia muy entretenida: en una lata cabe de todo, por ejemplo, un papel fotosensible que a través de un mínimo agujerito (o estenopo) irá registrando lo que está fuera. La cámara-lata oscura es una especie de ojo de pez, un gran angular en el que caben unos 170 grados de mundo exterior. En el Planetario de Pamplona supimos de esta iniciativa y nos enamoró, y conseguimos que 30 latas se repartieran por aquí para que otros tantos experimentos de conservar el tiempo en recipientes de aluminio se pusieran por diferentes sitios. De junio a diciembre del año pasado, y ahora ya tenemos la cosecha, las imágenes. La gente puede leer en el blog del Pamplonetario sobre este proyecto:
10 junio 2014:
TIME IN A CAN – dar la lata con el sol…
25 junio 2014:
Comenzamos con las Latas del Tiempo
15 abril 2015:
Las latas navarras de #TimeInACan
Pero ahora quería añadir nuestra experiencia en casa. Aunque las 25 latas iniciales que pudimos obtener se habían agotado, el buen hacer de Miguel Aballe (impulsor del proyecto, junto con su hijo, el fotógrafo Juan Aballe -aunque hay muchos más también), nos llegaron cinco más y por eso pude colocar una en el mirador de casa. No es una vista especial ni un lugar señero, sino parte de la urbanización tan de clase media a la navarra de Mendillorri. El mirador da hacia el Este, de manera que lo que quedaría registrado iba a ser la primera mitad del día, a lo largo de los seis meses del experimento.
El día 24 de junio colocamos la lata en la pared, bien pegada con silicona. Dentro estaba, esperábamos, el papel fotográfico. Y tapado con un celofán, estaba el agujerito mínimo, invisible, tapado.
Y a partir de ahí nos desentendimos de la lata.
De vez en cuando mirábamos, por aquello de comprobar que seguía en su sitio. En un segundo piso no es probable que nadie llegara a quitarla, pero lo mismo sus reflejos atraían a algún pájaro, o un día la lluvia y el viento podrían acaso hacer que la silicona fuera insuficiente. Quién sabía.
Lo cierto es que gran parte del tiempo ni fuimos conscientes que en el marco de la ventana estaba pegada la lata registrando el paso del tiempo.
Y llegó el invierno, y un día especialmente soleado recogimos la lata y tapamos el orificio. Bueno, tapamos toda la lata porque el estenopo era indetectable. Originalmente habían pintado un circulito con rotulador permanente alrededor, pero se había borrado. Así que decidimos envolver toda la lata y mantenerla a oscuras.
Qué serio quedé en la foto... cosas del móvil. Por cierto que hacía una mañana espléndida: el panorama que he colocado más arriba y que muestra el campo de visión de la lata fue hecho ese día de diciembre.
Luego mandamos todas las latas a Madrid y ahí las han tratado: extrajeron de cada lata el papel fotográfico y lo escanearon. En efecto, el proceso de digitalización usa una luz y vela un poco la imagen, pero no la invalida completamente, a lo más la podría solarizar un poco. Pero volvieron a guardar el papel dentro de la lata, la cerraron y ahí estará dentro de poco de vuelta a cada uno de los participantes, por si queremos volver a escanearlas...
Estamos aún pensando si podremos hacer una exposición o algún montaje con las fotos en los próximos meses, o si aprovecharemos las latas para meter otro papel y hacer una nueva edición de estos 6 meses del tiempo en una lata. En cualquier caso, la imagen que salió es una preciosidad:
El Sol fue dejando su luz en el recorrido que seguía día a día, saliendo por la zona del Monte Campamento y elevándose en su camino al mediodía. Los huecos corresponden a momentos con nubes, cuando el Sol no podía activar la química del papel fotosensible. Ahí está ese medio año de tiempo enlatado, marcando esa gigantesca diferencia que hay entre el camino del día más corto del año y el día más largo. Y muchas otras cosas que tienen que ver, claro está, con la rotación y la traslación de nuestro planeta.
2015-04-12 12:36 Enlace
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