artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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A ver si me acuerdo más adelante también de seguir con la cosa de colocar aquí enlaces a las colaboraciones en el programa de la tarde de Radio Nacional, el de José Antonio "Ciudadano" García y todo el equipo, que hacemos habitualmente los miércoles un poco antes de las 4 de la tarde. Con mucha dedicación, Ronco se encarga de extraerlos y dejarlos en Ivoox, cosa que le agradezco muchísimo. Aquí pego el último, además de unas notas para el guión del programa, que no tienen más valor que dejar a punto algunos enlaces de los que proviene la información.
Ir a Escuchar: Javier Armentia en 'Esto me suena' de RNE. Nº 064. 2014/01/22
0). OPPORTUNITY DESDE MARTE, CON AMOR O ASÍ.
Sin estar en el guión metimos eso del donut de Marte, la imagen de una piedra que el mismo Opportunity ha movido (muy posiblemente), pero que a mi me parecía un paquete de ducados lanzado por la ventanilla.
La imagen de la noticia en EL MUNDO: El misterioso 'dónut' de Marte
Por cierto, que merece la pena (como siempre) leer a Daniel Marín su recuento de los 10 años de los robots de exploración marciana. Épico. En su Eureka de Naukas:La odisea de Spirit y Opportunity, los infatigables exploradores marcianos (10 años de los MER)
1). EL SUEÑO DE ROSETTA
Ayer despertaron a Rosetta, que es una nave que estaba "durmiendo" mientras viaja camino de un cometa, que para colmo, se llama Churyumov-Gerasimenko (hala!)
Rosetta fue lanzada en 2004, así que lleva más de 9 años por el espacio. Y a mediados de año llegará a su destino y se quedará observando el cometa, además de lanzar un pequeño módulo que aterrizará en el cometa.
En noticias de rtve.es: La ESA activa la sonda Rosetta tras dos años de hibernación para el último tramo de su viaje. Yo escribí ayer en El Mundo: El despertar de Rosetta
2). EL CRISTO DE CORCOVADO Y LOS RAYOS
(Esta parte la tuvimos que recortar mucho, porque casi siempre nos pasa lo mismo, que hay más madera que tiempo para quemarla). Pero ahí lo coloco tal cual estaba pensado:
También, como cosa curiosa, está lo del rayo en el famoso Cristo de Río de Janeiro, el del cerro Corcovado. Inaugurado en 1931 no es la primera vez que a este cristo le cae un rayo, pero si una de las pocas que se ha pillado en foto: Un rayo cae sobre la mano derecha del Cristo Redentor, el famoso monumento de Río de Janeiro
En sus memorias "Recuerdos de mi vida. Mi infancia y juventud", que escribió Santiago Ramón y Cajal, hablaba de su infancia en Valpalmas, un pueblo de la provincia de Zaragoza. El texto está entero en el Instituto Cervantes Virtual: en este enlace, pero quiero referirme a un episodio de niñez que narra, la reacción que tienen todo el pueblo cuando hay una amenaza de tormenta con rayos, y el cura que se sube a tañer la campaña a la torre de la iglesia... (añado el texto del episodio más abajo, merece la pena leerlo)
¿Y qué tiene que ver el Cristo de Río de Janeiro y la infancia de Cajal, es decir, los rayos y las iglesias?
Pues una cosa curiosa: resulta que el pararrayos fue un invento de Benjamin Franklin, uno de los padres de los Estados Unidos de América, un tipo singular. Seguro que habéis oído mencionar sus experimentos con una cometa durante una tormenta, de los que afortunadamente salió vivo contra todo pronoóstico. Se dio cuenta que las tormentas tenían esos fenómenos eléctricos y que un metal podía canalizar los rayos. Así inventó en 1749 el pararrayos. Resulta que hasta entonces se pensaba que los rayos los mandaba Dios para castigar a los impíos, con lo que el invento de Franklin parecía contradecir la voluntad divina, y por eso fue rechazado al principio por muchos como un invento del demonio.
Alguien comentó que, dado que caían más rayos sobre las torres de las iglesias que sobre otros sitios, sin duda Dios quería avisarnos de algo (de ahí que me acordara de esto de los rayos "píos"). Pero lo gracioso es que desde siempre lo que se hacía cuando había una tormenta, para espantar a los rayos era lo que contaba Ramón y Cajal, era eso, tocar las campanas. Y de hecho durante las tormentas muchas personas habían sido alcanzadas por un rayo al estar tocando campanas justo ahí arriba, donde más rayos caían. En un estudio de esa época se comprobó que en Alemania, a lo largo de 33 años, habían sido dañadas 400 torres de iglesias, y habían muerto ¡120 campaneros! Todo un empleo de riesgo. De hecho, en 1786 el parlamento de París promulgó un edicto declarando ilegal la costumbre de tañer las campanas en las tormentas, debido a las muchas muertes que había causado...
En aquellos años hubo de hecho mucha guerra porque algunos decían que al usar un pararrayos, la energía del relámpago pasaba al suelo provocando terremotos (el reverendo Thomas Prince acusó precisamente a Ben Franklin de haber provocado con su invento demoniaco el terremoto de Boston de 1755). Referencia: Franklin's Unholy Lightning Rod.
ADDENDA: de las MEMORIAS DE SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL
El segundo acontecimiento a que hice referencia, es decir, el rayo caído en la escuela, con circunstancias y efectos singularmente dramáticos, dejó también ancha estela en mi memoria. Por la primera vez apareciose ante mí, con toda su imponente majestad, esa fuerza ciega e incontrastable imperante en el Cosmos, fuerza indiferente a la sensibilidad y que parece no distinguir entre inocentes y malvados.He aquí el trágico suceso: Estábamos los niños reunidos una tarde en la escuela y entregados, bajo la dirección de la maestra, a la oración (el maestro guardaba cama aquel día). Corridas ya las primeras horas de la tarde, encapotose rápidamente el cielo y retumbaron violentamente algunos truenos, que no nos inmutaron; cuando de repente, en medio del íntimo recogimiento de la plegaria, vibrantes aún en nuestros labios aquellas suplicantes palabras: «Señor, líbranos de todo mal», sonó formidable y horrísono estampido, que sacudió de raíz el edificio, heló la sangre en nuestras venas y cortó brutalmente la comenzada oración. Polvo espesísimo, mezclado con cascotes y pedazos de yeso, desprendidos del techo, anubló nuestros ojos, y acre olor de azufre quemado se esparció por la estancia, en la cual, espantados, corriendo como locos, medio ciegos por la polvareda y cayendo unos sobre otros bajo aquel chaparrón de proyectiles, buscábamos ansiosamente, sin atinar en mucho rato, la salida. Más afortunado o menos paralizado por el terror, uno de los chicos acertó con la puerta, y en pos de él nos precipitamos despavoridos los demás.
La viva emoción que sentíamos no nos permitió darnos cuenta de lo ocurrido: creíamos que había estallado una mina, que se había hundido la casa, que la iglesia se había desplomado sobre la escuela..., todo se nos ocurrió, menos la caída de un rayo. Algunas buenas mujeres, que nos vieron correr desatinados, socorriéronnos inmediatamente; diéronnos agua; limpiáronnos el sudor polvoriento, que nos daba aspecto de fantasmas, y vendaron provisionalmente a los que íbamos heridos.
Una voz salida de entre el gentío nos llamó la atención acerca de cierta figura extraña, negruzca, colgante en el pretil del campanario. En efecto, allí, bajo la campana, envuelto en denso humo, la cabeza suspendida por fuera del muro, yacía exánime el pobre sacerdote, que creyó poder conjurar la formidable borrasca con el imprudente doblar de la campana. Algunos hombres subieron a socorrerle y halláronle las ropas ardiendo y una terrible herida en el cuello, de que murió pocos días después. El rayo había pasado por él, mutilándole horriblemente. En la escuela, la maestra yacía sin sentido sobre el pupitre, fulminada también, aunque sin heridas importantes.
Poco a poco nos dimos cuenta de lo ocurrido: un rayo o centella había caído en la torre, fundiendo parcialmente la campana y electrocutando al párroco; continuando después sus giros caprichosos, penetró en la escuela por una ventana, horadó el techo del piso bajo, donde los chicos estábamos, derrumbando buena parte de la techumbre; pasó por detrás de la maestra, a quien privó de sentido, y, después de destrozar un cuadro del Salvador, colgante del muro, desapareció en el suelo por un boquete, especie de madriguera ratonil, labrada junto a la pared. Ocioso fuera encarecer el estupor que me causara el trágico suceso.
2014-01-26 19:32 Enlace
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