artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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2012-09-10
Tránsitos - MILENIO
Publicado en Diario de Noticias, MILENIO
Lunes, 10 de septiembre de 2012
A veces constatamos que el tiempo es implacable más allá de la obviedad de la frase hecha. Celebrábamos hoy el cumpleaños de mi tía Cristina, que es de esas señoras que no permitiría que colocara aquí el ordinal correspondiente, cosa que le honra. Ahí andábamos todos, en familia, y con ganas de vernos sobreviviendo. Ayer una celebración con los amigos del bueno de Peio, que se jubila de una vida ligada a la educación. Y a la que ha sobrevivido con una alegría que no han conseguido hurtarle con tanto desmán. Y eso que nos ponía un tanto melancólicos: quién sabe si nosotros podremos llegar a hacerlo. Las dos fiestas me han permitido reconciliar el ánimo en una semana en que, coincidencias, sendos derrames cerebrales se han llevado sin avisar ni consideración alguna a dos grandes personas. Perdónenme por juntar a los cuatro en la misma columna que es, en cualquier caso, un homenaje de cariño a todos.
A Arturo le pasó montando una exposición en el civivox de Iturrama que ahora se ha convertido en despedida y recuerdo también de la obra de un escultor preocupado por el mundo en que vivimos. Difícil no ver en esa madera labrada por la fuerza de la mano y del pensamiento crítico cómo la creación es algo necesariamente humano y que nos define. Y justo un día antes había sabido que a Elisenda también la había matado un derrame. Ella fue profesora, de aquellas que estuvieron a punto de poder cambiar el mundo en unos años en que las mujeres pudieron pensar que les iban a dejar. Maestra, enamorada de las matemáticas y convencida de que eran también un arma contra los absurdos de la dictadura, primero, y de una maquinaria burocrática no menos tirana que condenaba a los alumnos a odiar necesariamente algo que es por el contrario vital. También creadora, también crítica. Ella, tan atea, se atrevió a fundar "el paraíso de las matemáticas", así que tuvo la suerte de vivirlo antes de morir. Hasta aquí puedo escribir, sin moraleja, entre la alegría y la pena. Tránsitos.
2012-09-10
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Tránsitos - MILENIO
2012-09-10
Publicado en Diario de Noticias, MILENIOLunes, 10 de septiembre de 2012
A veces constatamos que el tiempo es implacable más allá de la obviedad de la frase hecha. Celebrábamos hoy el cumpleaños de mi tía Cristina, que es de esas señoras que no permitiría que colocara aquí el ordinal correspondiente, cosa que le honra. Ahí andábamos todos, en familia, y con ganas de vernos sobreviviendo. Ayer una celebración con los amigos del bueno de Peio, que se jubila de una vida ligada a la educación. Y a la que ha sobrevivido con una alegría que no han conseguido hurtarle con tanto desmán. Y eso que nos ponía un tanto melancólicos: quién sabe si nosotros podremos llegar a hacerlo. Las dos fiestas me han permitido reconciliar el ánimo en una semana en que, coincidencias, sendos derrames cerebrales se han llevado sin avisar ni consideración alguna a dos grandes personas. Perdónenme por juntar a los cuatro en la misma columna que es, en cualquier caso, un homenaje de cariño a todos.
A Arturo le pasó montando una exposición en el civivox de Iturrama que ahora se ha convertido en despedida y recuerdo también de la obra de un escultor preocupado por el mundo en que vivimos. Difícil no ver en esa madera labrada por la fuerza de la mano y del pensamiento crítico cómo la creación es algo necesariamente humano y que nos define. Y justo un día antes había sabido que a Elisenda también la había matado un derrame. Ella fue profesora, de aquellas que estuvieron a punto de poder cambiar el mundo en unos años en que las mujeres pudieron pensar que les iban a dejar. Maestra, enamorada de las matemáticas y convencida de que eran también un arma contra los absurdos de la dictadura, primero, y de una maquinaria burocrática no menos tirana que condenaba a los alumnos a odiar necesariamente algo que es por el contrario vital. También creadora, también crítica. Ella, tan atea, se atrevió a fundar "el paraíso de las matemáticas", así que tuvo la suerte de vivirlo antes de morir. Hasta aquí puedo escribir, sin moraleja, entre la alegría y la pena. Tránsitos.
2012-09-10 08:07 Enlace
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