"un resucitado de la muerte famoso es ... ¿saben que a eso le llaman zombie? Pues vale. Ponle medio litro de tinta roja de paso""
Me encantan las historias de zombies, pero no tienen nada que ver con el Resucitado de los clavos.
Los zombies no están realmente vivos; son cadáveres que se mueven, apenas.
El Resucitado de la Biblia está más vivo que nosotros; nosotros parecemos apenas zombies torpes, tambaleantes, de reducida movilidad, para un resucitado así. Su trato con el tiempo-espacio es muy superior al nuestro (no le detienen distancias ni puertas cerradas).
Cuando se aparece sorprende, pero no asusta. El resucitado Jesús habla, come, socializa... El zombi no socializa. El zombi es apenas animal: es puro materialismo y consumismo; carne sin alma. tener cuerpo y alguna función material no hace de él un humano.
El resucitado parecería ser todo alma, y sin embargo no es así: tiene cuerpo suficiente para ser visto, tocado, socializar; mostrar sus heridas: los autores de la Biblia insisten en que no era un fantasma, sino que "era Él".
Los zombis son anónimos, masivos, tanto da uno que otro; "ya no era mi mujer", dicen siempre los protagonistas mientras les persigue el bicho, aunque al principio intentan buscar en el zombi algo de ella.
En cambio, los que se encuentran con Jesús, les sueles sorprender; al principio no se le parece, no lo esperan... es después que, tratándolo, le reconocen, a Él: "Es Él, es Él", la alegría de reconocerse, de trata a un amigo, una personalidad, no un anónimo...
No, señores: el Resucitado no es un zombi.
El zombi es más bien el que se comporta como mera materia consumidora.
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