artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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Pérdidas, con muerte. Ahora la del escritor Pablo Atoñana, posiblemente poco conocido -completamente desconocido- fuera de Navarra, algo injusto (injusticia en cualquier caso compartida por mucha gente periférica no sólo en lo geográfico y en muchos ámbitos aparte del de la literatura) ha muerto y es un vacío grande, quizá porque por estas tierras navarras no quedan demasiados que hayan hecho de su vida un compromiso con contar las historias independientemente de que gustaran a quienes detentan-etcétera... ya saben, los de siempre, los del biempensar... Pero Antoñana no solo era importante por esa faceta en cierto modo resistente sino porque era un narrador fino, intenso, de esos que te trasladan en tres frases al paisaje en donde él moverá los hilos de unas historias que siempre terminaban por ser la historia de gentes con demasiado peso de su historia, de sus prejuicios. Vamos, personas reales, incluso en ínsulas un poco imaginarias y forales.
Pero no puedo decir casi nada de él, más que le leía con curiosidad y aprendiendo del mucho oficio que siempre tuvo. Además, Miguel Sánchez-Ostiz ha escrito sobre esta muerte que le (nos) duele, y poco más cabe decirse, desde luego mejor tampoco: Estela de Pablo Antoñana.
2009-08-16 11:31 Enlace
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No seré yo quien salga ahora en defensa de las instituciones navarras, pero eso de que "no han mostrado sus condolencias", no sé. En el Diario de Navarra aparece un artículo de despedida del Consejero de Cultura. En el acto de incineración han estado presentes muchos políticos y ex-políticos de diverso signo. Me parece que en el caso de Pablo se ha creado un tópico falso sobre la incomprensión y la falta de apoyo. Tendría sus enemigos, no lo dudo, pero quien repase toda su bibliografía verá que muchos de sus libros fueron publicados con apoyo gubernamental o en algún caso directamente por el propio Gobierno navarro. Pablo ha escrito, y mucho, en los tres principales periódicos de Navarra. Las instituciones le reconocieron en su día con el premio Príncipe de Viana, la distinción más importante que se concede aquí. No inventemos falsos fantasmas. Seguramente Pablo merecía mucho más que eso, pero habrá que echar la culpa a los lectores que no se interesaron por él o a los editores -exceptuando a Txema Aranaz y algún otro- que no apostaron por su obra.
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No creo que merezca la pena la polémica, ciertamente, que tiene que ver con la eterna historia de las dos navarras, algo de la que además Antoñana supo siempre mantenerse en el lado seguro y amable, firme y razonable. Quizá lo más llamativo de su perfil fue eso, como parte de su imagen, lejos de malditismos que podría haber con toda lógica y razón paseado, llano y con una enorme boina. Navarro con hondura de la de Baroja. |