artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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Les confieso que no voy a contar nada que Ana Bravo no les haya contado ya en el especial que elmundo.es dedica a la Ruta Quetzal BBVA de este año, recorriendo ríos de cocodrilos y canales impresionantes en Panamá. Ana va desgranando en su diario/blog las historias que vamos viviendo cada día.
Que son muchas, porque tenemos un programa muy apretado y los temas parece que se nos agolpan encima cada hora que pasa. Quienes vivimos esta experiencia desde la edad adulta tenemos ya demasiados prejuicios acerca de lo que es una aventura, de manera que fácilmente podemos sostener una mirada excesivamente irónica a muchas de las que nos suceden.
Los trescientos y pico expedicionarios, sin embargo, tienen la suerte de enfrentarse a este viaje sin demasiados prejuicios. O al menos, sólo con la herencia que traen desde casa, ese hogar que muchos de ellos deja por vez primera.
Tengo la suerte desde hace 13 años de poder compartir estos viajes americanos y españoles, con la excusa de mirar el cielo y hablar de la forma en que lo han mirado tantas culturas diferentes a ambos lados del Atlántico.
Y contar cómo, además, fue el conocimiento del cielo el que propició hace más de cinco siglos que los europeos se atrevieran a surcar los mares; cómo, ya hoy, ese estudio del cosmos nos permite tener una visión de lo que somos en una dimensión científica que nunca antes había sido posible. Pero la astronomía sólo es uno de los muchos ingredientes que componen esta ruta.
Por ejemplo, ayer estábamos en la Ciudad del Saber, un lugar de ciencia, tecnología e innovación que ocupó el que antes fuera el mayor cuartel estadounidense del Canal.
La visión del sociólogo Jorge Arosemena creó esta fundación en la que ahora cuarenta organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales de cooperación y desarrollo, universidades y empresas ocupan diariamente a más de 5.000 personas. La transformación que el país está sufriendo tras la devolución del Canal a la soberanía panameña tiene en esta ciudad uno de sus máximos exponentes: informática, tecnologías espaciales, ciencias biomédicas... habitan en esta ciudad con bastante fuerza, mostrando sobre todo que en este istmo de las Américas puede aprovecharse la nueva riqueza para un desarrollo más justo. O eso afirman, claro...
Al lado de esa ciudad está uno de los sistemas de esclusas del Canal de Panamá, las de Miraflores. Allí los barcos descienden desde el lago Miraflores los 16,8 metros que les separan del nivel del Pacífico.
Llegan a Miraflores (los barcos que pasan del Atlántico al Pacífico) tras haber subido primero las esclusas de Gatún, que les elevaron desde el Caribe para atravesar el lago Gatún, que es la masa de agua artificial más grande del mundo y que crea una cuenca hidrográfica que sirve para alimentar precisamente el canal. La esclusa que cierra el lago Gatún camino del Pacífico son las de Pedro Miguel, que bajan 9,4 metros al lago Miraflores.
(Por cierto, uno puede ver las webcam que cubren el Canal en este enlace de la Autoridad del Canal de Panamá) En Miraflores, cada vez que un barco baja o sube, se lanzan 100 millones de litros de agua dulce al mar. Lo mismo sucede en Gatún. Es decir, que un barco consume 200 millones de litros de agua dulce. Haciendo cuentas, el 58% del agua que recoge la cuenca hidrográfica del Canal se emplea para las esclusas.
No es raro que numerosos proyectos estén monitorizando continuamente la calidad de las aguas del lago, y del bosque tropical húmedo de estas cuencas, que es el seguro de que el canal podrá seguir operativo en el futuro, y más con una ampliación que permitirá un tráfico aún mayor. La Ruta va a seguir estos días los caminos que antes de que el Canal se hiciera a principios del siglo XX fueron el recorrido necesario para unir España con las colonias de Suramérica. Este istmo de 70 km de anchura, que nació hace algo más de tres millones y medio de años, es parte de la historia humana.
Todo esto lo contaron, por ejemplo, en los primeros días en Panamá, los responsables de varios proyectos de estudio y análisis de la biodiversidad, que se van a plasmar de forma impactante en el Museo de la Biodiversidad que la Fundación Amador construye en la salida del canal al Pacífico, antes también parte de la zona de soberanía estadounidense.
Se trata de uno de esos proyectos que, posiblemente porque no nos atrevemos a ser críticos ante las genialidades, denominamos "emblemáticos", salido del taller de Frank Gehry. Será, cuando se estrene dentro de dos años (si no se siguen incumpliendo los plazos), un lugar que sin duda merecerá una visita.
Como el museo del Canal, sin duda, o como la misma ciudad antigua de Panamá, que con un poco de suerte se salvará de la especulación inmobiliaria que ha transformado la moderna ciudad de Panamá, convirtiéndola en un ridículo racimo de rascacielos.
Los chavales de cincuenta y seis países que participan en la Ruta Quetzal BBVA están siendo constantemente bombardeados por estas realidades, por cifras y datos de un país del que casi nada conocían.
Pero además de todo ello, o en medio de todo ello, está la convivencia, el descubrir una realidad hispanoamericana en sus compañeros y ya amigos. Eso es algo que marca, y nos marca también a los adultos que vamos. Alguien debería algún día reconocer la visión de Miguel de la Quadra Salcedo al iniciar hace más de 20 años este proyecto en el que han participado ya más de 8.000 jóvenes.
2008-06-25 19:52 Enlace
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Pues por mi como si el bastardo de Noriega revienta lenta y dolorosamente, igual que toda la familia Bush.
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Tal y como lo cuentas, parece que Noriega se volvió loco, o algo por el estilo, y le dió por irse a bailar bakalao al chalet de los curas.
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No solamente eso, Gorgorito: la escuela de Torrijos, las barbaridades de la presunta lucha contra el narcotráfico del Gral. Thurman al mandado de Bush Padre... una historia tropical con ribetes de realismo mágico (incluyendo afrocaribeños rituales y demás, qué menos) que quizá algún día podría contar Vargas Llosa, si se atreviera. En fin. |
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'La fiesta del Chivo' es un libro tan redondo, que da rabia que lo haya escrito un tío tan facha como Vargas Llosa. Es genial. Y no sé si Noriega daría para algo tan sublime.
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En ese libro pensaba Don Gorgorito, precisamente. Y a mí también me jode que el autor sea así como es... recuerdo -lo mismo lo conté por aquí hace años, vete a saber- haber releído "La fiesta del Chivo" en una visita a Santo Domingo que, bueno, de repente se convertía en un viaje por la historia del oprobio. En Panamá me ha faltado un libro así. Y seguro que algo haym, conste. He encontrado una estupenda novela de la época del Canal y la independencia panameña de Colombia, con la que consolar que el dictadorcillo no tuvo quien le escribiera: "Con ardientes fulgores de gloria", de Jorge Thomas. El título es un verso del empalagoso himno nacional. Altamente recomendable, aunque de eso iba a hablar en otro apunte panameño... en cuanto tenga algo de tiempo |