Pues, Sr. Pez, me temo que vamos a tener que darle la razón... Como es tarde y estoy cansado, simplemente le copio parte de un mensaje que acabo de enviar a un lugar de discusión sobre arqueología, en relación con el resultado de "A Noite dos Museos" de esta noche; el arqueológico abrió sus puertas gratis, en teoría hasta la 1 de la mañana, en realidad salimos cerca de las 2:30.
"Lo que me quedó claro es que jamás entenderé a esta ciudad a la que amo. Simplemente con abrir las puertas, 1.000 personas en números redondos desde las 19:30 hasta el cierre. Y 600 más durante la jornada normal. Sin exageración alguna: una entrada gratis a cada uno y un folleto del museo. Números cantan. Asombroso. A primera hora de la tardiña, atasco de cochecitos de niños; parejas jóvenes a montón. Más tarde público más adulto. Y a partir de las 23:30, pandillas y más pandillas de jóvenes, algunos muy jóvenes, entrando sin cesar. ¿Estamos seguros de que a los jóvenes sólo les interesa el botellón? ¿Tienen otras alternativas a las horas en que masivamente han decidido encontrarse con su grupo de edad? Comportamiento perfecto por parte de todo el mundo, a pesar de que por momentos el museo, ya de por sí pequeño, estaba abarrotado y francamente incómodo.
Como colofón, lo que jamás me habría esperado: que me exigiesen lo ofrecido, es decir, una charleta sobre el castro de Elviña que comenzó a las 12 de la noche y terminó a las 2 de la madrugada.
No se sorprenderán, supongo, si les digo que no vi ni a un solo representante oficial u oficioso de lo que se puede llamar "mundo de la cultura". Ni de la política. Y me perdonarán si les digo que me siento, en lo profesional, feliz como pocas veces."
De verdad, Sr. Pez, que no salíamos del asombro al ver, unos minutos antes de la medianoche, a grupos y grupos de muchachos (y muchachas, claro) llenos de tatuajes, piercings en los lugares que ustedes saben, pantalones caídos, pantalones al revés, cabezas con rapadas juguetonas, pinturas... entrando en San Antón iluminado, paseando, leyéndose las cartelas, y hasta sentándose a escuchar las tonterías que éste que suscribe les contaba.
Yo no sé lo que hay que hacer. Pero sí afirmo que esta noche fueron muchos, posiblemente centenas, los jóvenes y muy jóvenes coruñeses que acudieron a la llamada de un museo que ni siquiera se había dirigido específicamente a ellos. La cual, además, sólo fue "publicitada" mediante una nota de prensa de la que dos periódicos locales se hicieron eco.
Creo que nunca el museo estuvo más lleno, más intergeneracional ni más alegre que esta noche. Aunque siga sin saber cuál es el camino ni qué paso hay que dar a continuación. Ya se nos ocurrirá algo :-)
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