"El mundo ,visto desde aquí arriba, es cada vez más inquietante. La experiencia y el paso de los años hace que vayas acumulando impresiones y conocimientos que se prestan a interpretaciones tan amplias y variadas y, en ocasiones, realmente imprevisibles. Lo que creías negro escondía la auténtica luz blanca de lo certero y razonable. Lo que un día desprecias, considerándolo un mal cual peste que infecta y pudre los cimientos de la vida, al otro lo contemplas como un potente instrumento de comprensión. Para buen entendedor (y quién no lo sea, que aprenda o que se joda), no existe ningún punto de vista ni ningún prisma que sea total y absolutamente deleznable. El verdadero sabio y héroe es capaz de asumir todos los prismas en uno, el cual se convierte en fuente de inspiración a la hora de abordar multitud de problemas o conflictos de todo tipo. Mi torre de marfil me ha enseñado que el mundo no es de quienes se estancan en uno de sus vértices, sino de aquellos que logran llegar al centro desde el que todos se hacen uno, unidad, empatía, integración, disenso incluso en el acuerdo (no es una incongruencia, advierto).
Lo bonito y lo cruel del gallinero es que todos tengamos un punto de vista propio y que estemos -todos y cada uno de los gallitos que alguna vez se haya animado a ejercitar el pensamiento, que eso, tal como vamos, casi ya parece un arte extinto -convencidos de que nuestra partida es la buena, que la Diosa razón va con nosotros y que el resto van consumidos por la influencia de no se qué o no se quién o por meras limitaciones en el discurso intelectual o por el defectuoso funcionamiento en su red neuronal (pero, ya sabes, mover las neuronas, lo que se dice, cada vez menos). Aquí y ahora, en esta tierra peninsular, tenemos dilemas que nos enfrentan directamente con esta problemática de la vida en sociedad, discusiones en torno al más grave de los problemas (o uno de los peores) y que afecta a los valores más firmes de cada uno. El terrorismo, sin duda, tiene el poder de influir en la sociedad, y de desestabilizarla en el caso de que los miembros de esa sociedad no estén lo suficientemente maduros moral,intelectual, ética y espiritualmente para afrontarlo de forma en que todos, al final, salgamos vencedores ante el problema en cuestión.
Dicen una parte de los seres opinantes que pueblan este agitado y pequeño trozo del gran orbe, que cuando un grupo de seres humanos, armados en defensa de unos supuestos ideales de orden y género político (la independencia de no se qué patria que dicen que es de ellos en función de no se que y no se cuantos) se ha pasado cuarenta años matando a otro gran grupo (mayoritario) de seres humanos en este caso pacíficos y defensores del derecho, la ley y la razón de la mayoría (menuda estupidez), dicen, que para subsanar las heridas causadas por el odio,la injusticia y la barbarie, lo mejor es plantear el fin de la guerra como una división del mundo de los sujetos participantes en la supuesta guerra, en vencedores y vencidos. El lenguaje, en este caso, es pernicioso. Y también porque los mismos que plantean el fin de una guerra (porque todas las guerras, efectivamente, tienen vencedores y vencidos...o en todo caso, únicamente perdedores) en esos términos, a menudo -muy a menudo -suelen pertenecer a determinado sector ideológico que niega la existencia de guerra alguna. No merece la pena, en todo caso, perderse interpretando incongruencias. Lo único que vale aquí es el bienestar común. Y en el momento en que al poner fin a un problema de este tipo creamos un grupo de vencidos, hay ofensa, hay rencor y ánimo de revancha. La herida no cerraría en ningún caso.
No se trata de que los criminales dejen de cumplir sus penas. Se trata de crear un marco de entendimiento entre las diferentes sensibilidades y de comprender porqué a un grupo pequeño y determinado de seres les ha hecho falta décadas de crímenes y manos en la sangre (me niego a decir, manchadas de sangre, aquí se trata de manos EN la sangre) para llegar a un punto como el de ahora, en el que al final pueden ser perdedores e incluso algunos de sus miembros mueren suicidándose en las cárceles. No se trata, pues, de vencer, sino de convencer y comprender. Después de ese proceso -el más duro, difícil, casi parece inalcanzable si no es a través de una mirada idealista y ensoñadora- ya todo es más fácil, se abre camino hacia un diálogo en el que unos piden perdón y otros lo otorgan. Pero todos vencen porque el problema, el dolor, el desentendimiento y la huída egoísta según el corral al que cada gallina pertenezca, todo desaparece y cicatriza. Que nadie espere que una derrota a los humillados traiga la paz. Y que nadie espere que la consecución de tal fin venga de manos de unos pocos iluminados. Lo que aquí se propone no es imposible, pero para hacerse realidad necesita un esfuerzo de inteligencia, voluntad de comprensión y-sobretodo- imaginación por parte de todos los miembros y todas las esferas de la sociedad.
La gente no esta preparada para entenderlo, puede que sea incluso políticamente incorrecto o deleznable decirlo, pero en una sociedad verdaderamente madura, nunca hay vencedores y vencidos. Hay convencedores (los que ya de inicio juegan con la ley y la razón de su parte) y convencidos (los que se han visto abrumados por la comprensión y la altura de entendimiento y espíritu de los primeros).
Me lo dice la Voz Mayor de la torre; suenan tambores de guerra. No os queda otro remedio que trascender el lamentable espectáculo de unos políticos y una clase periodística que aún no ha salido de las cavernas y no saben de que va esto de los conflictos humanos."
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