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Inicio > Historias > James Rutherford: "La ciencia es necesaria para la democracia"
2002-11-06
)

James Rutherford: "La ciencia es necesaria para la democracia"
2002-11-06

rutherford
Territorios, El Correo, miércoles 6 de noviembre de 2002

"Nuestro futuro depende, colectivamente, de que la ciencia se abra al público en general." Así de rotundo se muestra el físico James Rutherford, consejero para temas educativos de la principal asociación de científicos de Estados Unidos (y, por lo tanto, la más influyente del mundo), la AAAS (Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia), editora de la revista Science. Rutherford, octogenario, lanzó en 1986 un ambicioso programa para conseguir la alfabetización científica de la sociedad. Ahora, el llamado Proyecto 2061 está configurando no sólo lo que se enseña de ciencia en la educación obligatoria, sino que intenta abrirse también a una educación continua de adultos, incluyendo a los propios científicos. "La historia nos enseña que la ciencia ha sido una de las fuerzas más efectivas para mejorar la vida en nuestro planeta. Tenemos que entenderla, por lo tanto, en un contexto humanístico: no se trata de conseguir muchos expertos, sino de llegar a que sea parte intrínseca del bagaje de una persona culta, de todos los ciudadanos."

El profesor Rutherford ha participado, junto con otros más de cien expertos e investigadores en ciencia, tecnología y humanidades en un congreso internacional organizado por la Universidad de Salamanca la pasada semana, bajo el título "La ciencia ante el público". Para este físico, pero sobre todo profesor de profesores, ciencia, tecnología y democracia están íntimamente ligadas. "En mi opinión existen tres grandes aventuras de la humanidad, que han ido dando forma al carácter de nuestra civilización. Una tiene que ver con conseguir un conocimiento objetivo sobre el mundo en que vivimos y sus habitantes, es lo que llamamos ciencia. El segundo desafío es el de los humanos como constructores de herramientas y usuarios de esas herramientas: la tecnología. La tercera aventura en que estamos embarcados tiene que ver con aprender la forma en que gobernarnos, en beneficio de toda la humanidad y de nuestro planeta, es decir, la democracia".

Parece claro que en el mundo actual ciencia y tecnología están intrínsecamente conectadas. Una y otra no son posibles por separado, y las interacciones son tan densas que muchos expertos hablan de la "tecnociencia" como el conjunto de ambas tareas, y de sus interacciones. Pero, ¿cómo casa la democracia aquí? "Puede ser que la conexión no sea tan directa ni tan obvia, pero estoy convencido de que los avances -a largo plazo- de la ciencia y la tecnología, los que producen nuestro beneficio, dependen de una información y una participación ciudadana amplia". Para Rutherford, el proverbio que se suele afirmar en ciencia de que si algo puede hacerse, alguien lo hará, debe estar limitado por la participación de la sociedad en la tarea científica, que determine los fines que han de conseguirse. Es cierto, sin embargo, que en algunos regímenes totalitarios la ciencia y la tecnología han visto importantes avances (la Alemania nazi, la Unión Soviética de Stalin...). "En efecto", comenta Rutherford, "pero estos regímenes suelen usar la ciencia en beneficio propio, de unos pocos, a costa de la mayoría; es una situación que nunca puede durar mucho".

Si la democracia participativa asegura el desarrollo científico "especialmente el beneficioso", insiste Rutherford, no es menos cierto que también el avance científico y tecnológico contribuye de manera significativa a la democratización del mundo. "La ciencia proporciona un conocimiento del mundo que -si y sólo si es compartido por todos y no solamente propiedad de una élite científica o política- permite a los ciudadanos participar de manera informada en las decisiones de la sociedad. Igualmente, la tecnología permite a la sociedad aminorar los problemas que impiden el avance democrático, como la desnutrición, la enfermedad o la pobreza". El buen uso de las ciencias y las tecnologías aseguran una mayor calidad de vida, una sociedad más informada en la que la participación ciudadana no es pura retórica. "Y lo contrario también es relevante: un uso impropio de estos conocimientos puede reducir la calidad de vida de muchas personas, de países enteros, llegando a la abominación de los exterminios en masa".

La realidad sin embargo, no permite ser tan optimistas: ni la ciencia ni la tecnología ni la democracia son empresas comunes a todos, ni son percibidas de esa manera por muchos estados. "Eso es a lo que me refiero al hablar de una alfabetización científica, es decir, poner la ciencia y la tecnología al alcance de todo el mundo como parte de la cultura general. Se hace necesario buscar mecanismos que aseguren este objetivo". Para Rutherford, en la actualidad, la ciencia que se enseña es insuficiente: "a menudo se olvida la naturaleza de la ciencia, su contexto humanístico, su carácter de empresa humana; por otro lado, la gente considera que la ciencia es algo difícil si uno no es un especialista, y lo cierto es que gran parte de la culpa de esto lo hemos tenido los propios científicos, que enseñamos mal y con unos estándares de calidad exagerados, y erróneos".

La alfabetización científica debe pasar, en opinión de Rutherford, por una definición de lo que hemos de conocer, que será necesariamente dinámica, evolucionando con el tiempo, para dar cuenta de los nuevos avances. Un "Syllabus", como en la educación clásica, en el que se incluyan no sólo los conceptos o los procesos de la ciencia, sino que se intente llegar a las actitudes científicas. Y para eso no basta la escuela: los medios de comunicación (principal fuente de información en la actualidad) han de jugar un papel decisivo. ¿Más ciencia en los informativos? "Sin duda, aunque es cierto que una mayor cantidad de ciencia no ayudaría mucho a largo plazo, si no se cuida la calidad: conseguir que la información esté libre de errores o pseudociencia, y que sea comprensible para quien no es científico". Los museos y centros de ciencia, los libros, y sobre todo Internet, han de ser herramientas que permitan un adecuado acceso al mundo de la ciencia.

"De todas formas", finaliza Rutherford, "tengamos en cuenta que en la actualidad muy pocos de los ciudadanos que prestan servicios en todos los órdenes de la decisión política, desde la dimensión local a la nacional, tienen una adecuada formación científica. Y eso a pesar de que cada vez más se hace necesario tomar decisiones que implican esos conocimientos. Todavía queda mucho por hacer. Y los científicos tenemos que meternos en política si hace falta, en todas las escalas". La AAAS, siguiendo estas ideas de Rutherford, va convirtiéndose en EEUU en un órgano consultor y de activismo político, considerando que esa dimensión social es una labor fundamental.

PROYECTO 2061
"Ciencia para todos los americanos" fue uno de los primeros eslóganes que se crearon desde este proyecto de alfabetización científica a largo plazo. Concebido por Rutherford junto con otros miembros de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS) a mediados de los años ochenta, cuando comenzó a verse el cometa Halley, se propuso una meta aparentemente ingenua: que la próxima vez que volviera a verse desde nuestro planeta el cometa, en el 2061, se hubieran alcanzado los objetivos. Han pasado ya desde 1986 más de quince años y el propio Rutherford reconoce que hay todavía demasiado trabajo por hacer. Pero ya hay textos que se trabajan en las escuelas, proyectos en Internet que permiten descubrir el mundo de la ciencia a un público muy amplio y, "de aquí a otros quince años", dice el profesor consciente de que muy probablemente él ya no lo vea, "la ciencia que aprendemos, que leemos o que vemos en los medios de comunicación audiovisuales, no nos sonará a algo ajeno y patrimonio de unos pocos. Será nuestra cultura."

Enlace:
La web del Proyecto 2061
El Congreso de Salamanca: La ciencia ante el público

2002-11-06 13:15 Enlace

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Comentarios

1
De: José Luis Fecha: 2002-11-06 16:53

Pues lo siento mucho, pero lo de que "la ciencia es necesaria para la democracia" me parece un brindis al sol de Rutherford. No sólo es que históricamente haya existido ciencia sin democracia y democracia sin ciencia, es que además el conocimiento ciudadano necesario para que la democracia funcione no tiene necesariamente que ser un conocimiento científico. Porque alguien conozca o desconozca qué es un prión (por ejemplo) no está más o menos capacitado para votar o para intervenir en los asuntos públicos. Por supuesto que sería deseable que todos tuviésemos unos conocimientos científicos y humanísticos mínimos, pero si no es así la democracia no tiene porqué resentirse de esa carencia.



2
De: El Pez Fecha: 2002-11-07 01:17

Bueno... si uno ve en la realidad actual española cómo el veto a la investigación con células madre proviene de un prejuicio acientífico, cómo muchas de las normativas que los ayuntamientos están estableciendo para las antenas de telefonía móvil están basadas en exageraciones y malinformaciones, viendo lo que pasó con la alarma social de las "vacas locas" que generó gastos multimillonarios etc etc... uno desearía que, en las democracias, la ciencia no fuera una asignatura pendiente.



3
De: caudillo Fecha: 2006-01-16 15:44

no!



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