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Huracanes
2005-06-14
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Publicado en EL CORREO
Territorios, Ciencia-Futuro
Miércoles 8 de junio de 2005
Cada año, entre el primero de junio y el 30 de noviembre, se desarrolla la temporada de ciclones tropicales en la región atlántica. El año pasado fue abundante en tormentas que alcanzaron un nivel alto (con vientos por encima de 175 kilómetros por hora): el primero de todos, Alex, rozó la este de Estados Unidos a finales de julio. Poco después, el Charley, causó 22 muertes e importantes destrozos cuando atravesó la península de Florida el 13 de agosto. A comienzos de septiembre, Frances recorrió las Antillas menores, llegando al continente norteamericano y provocando allí daños calculados en unos dos mil millones de euros y quince muertes humanas. Ivan, el 16 de septiembre provocó 60 muertos, tras haber atravesado el Caribe al Sur de la Española, Jamaica y Cuba, porque subió al norte, lleno de energía y con vientos de más de 250 kilómetros por hora, tocando las costas estadounidenses.
El más devastador de todos fue Jeanne, que arrasó el norte de la República Dominicana y Haití, provocando más de 1.500 muertes. La ausencia de infraestructuras adecuadas en un país tan pobre como Haití, la incapacidad de realizar avisos a la población, provocó esta gran mortandad. Porque la ciencia meteorológica sigue muy de cerca estas enormes tormentas, y ya se pueden hacer, a comienzos de la temporada, predicciones generales que avisan sobre el peligro que puede llegar desde el océano. Los meteorólogos acertaron: habían predicho, a comienzos de temporada, unos seis huracanes (aunque los llamamos habitualmente así, el término no es correcto, porque se refiere sólo al viento; el fenómeno atmosférico es una tormenta o ciclón tropical).
Aunque las predicciones para 2005 parecen indicar menos ciclones, la temporada se ha adelantado: Adrian, el primero de estos fenómenos atmosféricos, atravesó El Salvador y Honduras el 20 de mayo perdiendo rápidamente energía, con lo que sus vientos asociados disminuyeron en velocidad y sólo provocaron daños materiales. Su trayectoria no era habitual, porque venía del Pacífico, mientras que el régimen de vientos de la región tropical, provocado por la rotación del planeta, suele crear estas tormentas en el Atlántico (a veces en las costas africanas), que se desplazan hacia el Oeste hacia el Caribe. La temperatura de esta región del Atlántico proporciona energía a la depresión, permitiendo que aumente su tamaño y la velocidad de los vientos. De esta manera, laborrasca crece para convertirse en un ciclón tropical, que típicamente se
pasea hasta el Golfo de México siguiendo después hacia el noreste por la costa Este de EEUU, volviendo hacia el océano en dirección a Europa, pero perdiendo entonces su energía al colocarse sobre aguas más frías. A veces llegan a tocar las costas europeas, convertidos ya en una borrasca intensa.
El ingrediente esencial en el desarrollo de estas borrascas exageradamente grandes (al menos en comparación con las que suelen barrer la península Ibérica habitualmente) es el agua cálida de la región caribeña. El aire caliente sobre el mar asciende rápidamente a las capas altas de la atmósfera, liberando su energía conforme se enfría, levantando además gran cantidad de vapor de agua que forma las nubes. La velocidad de ascenso puede llegar a superar los 60 km/h. Cada año se forman entre ochenta y cien borrascas en la temporada de huracanes, aunque sólo unas diez llegan a ser realmente grandes. Para estimar ese potencial destructor, se usa la escala Saffir-Simpson, que va de 1 a 5 según la velocidad del viento. Cuando los vientos superan los 118 km/h se llega al valor 3 de esta escala, que es el valor tomado por los meteorólogos como indicador de un ciclón tropical.
Al otro lado del Pacífico, en la región Indochina, también se produce un fenómeno meteorológico similar, provocado igualmente por las aguas calentadas por la luz solar en las zonas cercanas al Ecuador. Allí se les denomina
tifones, y su temporada es algo más larga, comenzando desde mediados de mayo a finales de noviembre. También en el centro del Océano Pacífico se dan ciclones, aunque como no existen tantas masas de tierra, sólo islas, sus efectos suelen pasar más desapercibidos. Por convenio, los ciclonesque quedan al Oeste de la línea internacional del cambio de fecha se denominan tifones, mientras que se dicen huracanes los que quedan al Este.
La nomenclatura de estas tormentas ha seguido una curiosa tradición, iniciada a comienzos del siglo XX por meteorólogos australianos, que comenzaron a darles nombres propios para identificarlos. En la II Guerra Mundial se creó en EEUU el primer servicio meteorológico para la Armada, que se encargó de realizar los pronósticos tan necesarios para las campañas navales. Se tomó la costumbre de poner nombres de mujer a los ciclones, siguiendo un orden alfabético, de manera que el primero de cada año comenzara por la letra A. En 1970 se impuso en EEUU la correción política y, a partir de entonces, se alternan nombres de mujer y de hombre. Se realizó una lista de nombres suficientes para seis años, que se repiten, salvo cuando un ciclón alcanza un nivel de destrucción tal que se haga merecedor de quedarse para siempre con ese nombre, que ya no se repite (por ejemplo, no volverá a haber un huracán Mitch tras el devastador ciclón de otoño de 1998).
Alerta Temprana
En cuanto un ciclón muestra vientos en superficie superiores a 118 km/h, o cuando se estima que puede tocar la costa en menos de 24 horas, se disparan las alarmas de los centros de prevención de huracanes. Se está intentando poder realizar los avisos con mayor antelación, al menos 36 horas antes de que toque la costa, pero la evolución de una gran tormenta es un proceso complejo, sobre todo porque pequeños cambios en los vientos o las corrientes marinas pueden hacer que el ciclón de la vuelta, se detenga o cambie de dirección en unas pocas horas. Sólo la constante vigilancia permite afinar estos datos.
El uso de los satélites meteorológicos ha permitido en los últimos decenios comenzar a realizar pronósticos más completos y acertados. El seguimiento permite ahora reconocer las borrascas que potencialmente darán lugar ciclones tropicales casi en su nacimiento. Sobre una depresión atmosférica cerca de la costa africana, por ejemplo, se produce un aumento del nivel del océano anormal, por encima del nivel de la marea alta. La medida de esa alteración permite identificar el comienzo de una nueva tormenta. Afortunadamente, nueve de cada diez de estas tormentas tropicales no llegarán a ser ciclones, aunque llegando a zonas continentales o insulares pueden provocar importantes precipitaciones, que también entrañan peligro de riadas o destrucción de infraestructuras.
2005-06-14 11:04 Enlace
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Comentarios
1
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De: Tixolo |
Fecha: 2005-06-24 16:32 |
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Hellow! Quisiera hacer una pregunta que a lo mejor te resulta tonta, ¿ por qué se produce un sistema de bajas presiones en ambientes cálidos o cuando se forman estas super borrascas ?
P:D: Gracias por estos artículos
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2
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De: TiXoLo |
Fecha: 2005-06-27 13:43 |
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Ñicks! sigue teniendo + audiencia lo sexual, religioso, pseudocientifico incluso aquí...parece Tele 5
Saludos Crack
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3
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De: HLL6O7GOLT6PLOL |
Fecha: 2007-02-12 21:47 |
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NNGI5IET356YYHEYT3TDHJD
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4
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De: javier |
Fecha: 2007-05-11 20:46 |
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Que burrada
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5
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De: Grisel ortiz fernandez |
Fecha: 2009-08-25 01:56 |
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MANDEMEN MUCHAS IMAGIGENES
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6
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De: liz |
Fecha: 2010-09-23 22:36 |
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holaaaaa
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7
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De: liz |
Fecha: 2010-09-23 22:36 |
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mensos
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