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2004-08-08
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Guerras Descafeinadas
2004-08-08


Publicado en EL CORREO, Territorios, Ciencia-Futuro, miércoles 4 de agosto de 2004

El mercado manda: quien controle la producción de un café descafeinado más barato será capaz de sobrevivir en el futuro. Genética, botánica y "biopiratería" son las armas de esta guerra.


Hace dos años, un equipo de bioquímicos de las universidades japonesas de Taukuba y Ochanomuzi y de la escocesa de Glasgow presentaron en la revista Nature el resultado de su investigación sobre los genes que en algunas plantas, principalmente en el cafeto (género Coffea) les permiten producir cafeína. De hecho, su investigación usaba plantas de té, y analizaban los genes responsables producción de una enzima que participa en la biosíntesis del estimulante natural más popular actualmente. Gracias a técnicas de clonación, los científicos pretendían aprender a desactivar el gen y conseguir plantas transgénicas capaces de producir sus productos sin cafeína. Sin embargo, este proceso es incierto, como muchas de las propuestas que se hacen sobre estas técnicas de manipulación genética. Lo que sí se sabe, o al menos así lo estimaban las organizaciones internacionales del comercio cafetero (como la Organización Internacional del Café, ICO en sus siglas inglesas), es que difícilmente antes de quince años se podrían conseguir plantaciones de estas nuevas especies descafeinadas.

¿Por qué ese interés? Cada vez se incrementa más el consumo de café descafeinado a expensas del café natural, y aunque ahora es un 10% del mercado, los expertos creen que su penetración podría superar a la del café natural, si se consiguiera abaratar sus costes. Para conseguir separar la cafeína, se deben tratar químicamente los granos de café, con baños en sustancias químicas y agua que permiten eliminar el alcaloide sin restar sabor al propio grano (que es, al fin y al cabo, el secreto de su éxito como bebida en todo el mundo). Este proceso significa un encarecimiento adicional de un producto que está sometido a intensas guerras comerciales, como otras materias primas que se producen, principalmente, por parte de países en desarrollo pero que quedan controlados por grandes distribuidoras multinacionales. La guerra por controlar la producción de café pasa actualmente por conseguir un buen café descafeinado barato.

El cafeto es una planta de la familia de las Rubicáceas, y en el género Coffea se conocen más de cincuenta especies diferentes. Sin embargo, no todas tienen aprovechamiento comercial. La acción humana, su agricultura, ha permitido ir seleccionando especies y variedades específicas de gran producción: actualmente los considerados como de mejor calidad son diferentes variedades de la especie arabica aunque también la especie canephora (especialmente la variedad robusta) tiene gran implantación. Ambas suponen más del 99% de la producción mundial.

El pasado 24 de junio se publicaba, también en la revista de actualidad científica británica Nature, un sorprendente descubrimiento brasileño. Un equipo del Instituto Agronómico de Campinas y de la universidad de ese estado, dirigido por Paulo Mazzafera describía la existencia de variedades naturales del Coffea arabica que producen frutos que tienen veinte veces menos cafeína que las habituales. Estas plantas, sin embargo, no se han sometido a plantación extensiva, con lo que aún no se sabe si su productividad será adecuada, y menos aún si la calidad del café que producen es la deseada. Pero dilucidar estas cuestiones sería cosa de unos cuatro años, suficientes para, disponiendo de un nuevo "café de Brasil" descafeinado natural el mercado diera un completo vuelco. Un mercado que en el 2002, según cifras de la ICO, suponía unos sesenta mil millones de euros de ventas.

No es raro que los servicios de noticias brasileños acogieran el descubrimiento casi como cuestión nacional: el mercado del café depende de este tipo de avances. Y tampoco es raro que pocos días después surgiera la controversia y las acusaciones internacionales de piratería. ¿Una guerra en el café descafeinado? Las plantas en donde se ha hallado esta variedad descafeinada fueron obtenidas hace cuarenta años, y permanecían en el Instituto Agronómico del estado de Empinas. No eran, sin embargo, plantas originarias de Brasil, sino recolectadas en Etiopía con permiso del entonces rey Halie Selassie I en 1964. Etiopía ha realizado en cualquier caso quejas internacionales, asegurando que la propiedad de ese cafeto descafeinado natural es suya. Y que lo realizado es pura "biopiratería".

Ciertamente, el origen histórico de las plantas productoras de café es africano (en la región de Kaffa al sur de Etiopía, precisamente de donde toma su nombre). De allí partieron a América. En Brasil, en los años 70, se comenzó a implantar la plantación moderna del cafeto con variedades provenientes de Costa Rica. En el caso de esta planta, como en otros es casi imposible seguir la completa pista de ida y vuelta a ambos lados del Atlántico. Y más poder aclarar qué sucederá con esta nueva guerra: por el momento los brasileños dice que ellos tienen la propiedad; paralelamente, los etíopes intentan redescubrir las variedades propias descafeinadas. Aún queda por saber quién conseguirá controlar el mercado. Y todo por una taza de café sin estimulantes naturales.



Sin O Con Cafeína
No sólo el café tiene cafeína. Si bien en una taza de expreso se encuentran 175 miligramos de este alcaloide, y en una de té hasta 70, en una lata de Coca-Cola ® hay 46. El Red Bull ® llega a 80 miligramos, así como otras bebidas energéticas. Y una taza de cacao tiene 18, pero una chocolatina tiene casi 50. Químicamente, se conoce la cafeína desde 1820, pero fue más tarde cuando se consiguió saber su composición química (trimetil-xantina) y las formas de separarla del café.

Como otras xantinas, la cafeína alcanza una concentración en la sangre aproximadamente entre media hora y tres cuartos de hora tras su ingestión, pero su acción estimulante se da en el cerebro, porque interfiere la acción de un neurotransmisor (la adenosina) provocando una sensación de euforia que dura varias horas. Igualmente se ha comprobado que facilita la actividad intelectual, a la par que incrementa los niveles de adrenalina y noradrenalina. Al final de su efecto no produce depresión, y aunque su consumo elevado produce síntomas de dependencia, no se considera habitualmente una droga peligrosa (el síndrome de abstinencia no es grave) y su consumo habitual no presenta mayores problemas.

El consumo excesivo puede producir irritabilidad, insomnio, palpitaciones o arritmias, y debido a que incrementa la tensión arterial no se recomienda su consumo a pacientes con condición cardiovascular, una ingesta moderada (dos cafés al día) no generan problemas en embarazadas.

En cualquier caso, evitar el consumo de cafeína se ha vuelto una conducta habitual en muchas personas (y especialmente pensando en los menores), por lo que los refrescos descafeinados y el propio café sin cafeína han ido generando un importante mercado.



(Nota: sobre los procesos de descafeinización, la forma en que se descubrieron y muchas otras cosas, merece la pena pasearse un poco por la red -léase Google-, que da para un artículo muuuucho más largo)

2004-08-08 01:00 Enlace

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