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2004-07-09
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La Ruta Quetzal BBVA comienza su viaje por los volcanes mexicanos
Desde el 18 de junio y hasta finales de julio, la Ruta Quetzal recorrerá México, España y Portugal conmemorando, como lo ha hecho en sus dieciocho ediciones anteriores, sucesos históricos y descubrimientos científicos. Este año, la tierra de los volcanes será objeto de especial estudio en la parte americana, así como la conmemoración del segundo centenario de la llegada a América de la vacuna de la viruela con Francisco Javier Balmís. En España, se seguirá el camino que llevó el cadáver de Isabel la Católica a través de Sierra Morena y se viajará en ruta por mar hasta Santiago de Compostela. Decenas de miles de kilómetros dedicados a una expedición única.
Pocas horas después de que los últimos expedicionarios llegaran a la ciudad de México el domingo 20 por la noche, los 318 participantes en la Ruta Quetzal BBVA, procedentes de cuarenta países, comenzaron a adentrarse en un tema que les va a tener ocupados, al menos en parte, durante los veinte días de su periplo mexicano.
En la Universidad Nacional Autónoma de México, los geólogos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), el instituto encargado de la ciencia de los volcanes y los sismos en una tierra "estremecida", nombre que a la es poético y científico, han comenzado a impartir sus clases. El mundo de los volcanes es uno de los objetivos de esta expedición que realiza ya su decimooctavo viaje. Para su director, el navarro Miguel de la Quadra-Salcedo, este viaje permitirá conocer tanto la historia como la naturaleza, pero sobre todo supondrá para estos jóvenes una experiencia que cambiará, como lo ha hecho ya con más cinco mil jóvenes, su vida.
En el CENAPRED existe una sala en la que se controla por completo al volcán Popocatépetl, "Don Popo": sismógrafos, cámaras desde todos los ángulos y numerosas medidas geoquímicas permiten seguir al segundo cada pequeño suspiro de este gigante activo, que desde 1994, cuando despertó por última vez, constituye el mayor riesgo volcánico del mundo, a menos de 100 km de una megápolis con 20 millones de habitantes. Dentro de una semana, los expedicionarios se acercarán a ver al rugiente león, tras pasar unos días en otro volcán sorprendente: el Paricutín, que nació en hace poco más de cincuenta años en una erupción insospechada, aunque lo bastante plácida como para que no se registraran apenas pérdidas humanas.
Un país que siempre ha convivido con los volcanes, responsables tanto del florecimiento de culturas en las tierras fertilizadas por las coladas de lava en el Valle de México como de su desaparición. La visita la ciudad bimilenaria de Teotihuacan, el lunes por la tarde, constituyó la primera inmersión en la sorprendente vida de esas culturas mesoamericanas. Subidos en la cima de la pirámide del Sol, los expedicionarios intentaron contemplar la puesta de Sol esa tarde de solsticio, pero las tormentas que en esta época húmeda del año convocaron más bien al dios Tláloc y sus lluvias. Sin embargo, el agua no consiguió más que dotar de colorido a la Ruta: las capas de color amarillo contrastaban con la piedra volcánica de estas gigantescas construcciones, mientras los arqueólogos mexicanos contaban los trabajos que se realizan en este lugar donde llegaron a habitar casi medio millón de personas en el siglo II de nuestra era. Las explicaciones astronómicas completaron ese acercamiento, con las cosmogonías que centraban el mundo en esta misma ciudad, y los calendarios que rigieron la vida compleja de estas sociedades agrarias y guerreras.
Dos días más en la ciudad de México les permitieron además conocer centros como el Museo de Antropología, donde se conserva la mejor colección de informaciones de las culturas precolombinas, y visitar la ciudad colonial. De alli se viajó al Estado de Michoacán, para subir al primer volcán: el Paricutín. El 20 de febrero de 1943, en unos maizales cercanos a la hoy desaparecida población de San Salvador de Paricutín, nacía este volcán. Fue una erupción lenta, con velocidades de la lava de unos 2 metros por hora, que no causó víctimas, pero que consiguió mientras estuvo activo hasta 1952 crear un cono de 424 metros de altitud por encima de la altiplanicie. San Salvador quedó sepultada, y también la cercana San Juan de Parangaricutiro, de la que sólo queda, sobre el campo de lava, la torre de la iglesia.
En su ascenso, a lo largo de casi seis horas, los expedicionarios pudieron conocer en directo qué es un volcán, y cómo configuran no solamente un nuevo territorio, sino que suponen una verdadera renovación de la tierra. Casi sesenta años después, los alrededores que quedaron cubiertos de ceniza son hoy fértiles tierras de labranza y bosques. Las comunidades purhépechas lo han sabido desde antiguo y miran a los volcanes que les rodean como dioses dormidos. Gracias al abogado y obispo Vasco de Quiroga (venerado como "Tata Vasco" en todos los lugares), esas regiones michoacanas vivieron desde comienzos del siglo XVI un experimento de "colonización" completamente diferente del violento y militar paseo de Cortés en el valle de los mexicas. Las reducciones, la organización de la sociedad, aún hoy, sigue mostrando la huella de esa mirada más humanista hacia América.
Uruapan, Pátzcuaro y su lago, Morelia
las ciudades michoacanas fueron objeto de visita y estudio, tras conocer in situ un volcán que, ahora tranquilo, volverá a aparecer por uno u otro lado. Y posiblemente vuelva a extraer del interior de la tierra lava suficiente como para repartir a cada habitante de este planeta un cuarto de tonelada, como lo hizo el Paricutín. Pero sólo era el primero de los volcanes por visitar. Estos pasados 1 y 2 de julio, el campamento de la Ruta se ha establecido junto a otro volcán, esta vez gigantesco (5.452 metros sobre el nivel del mar): Don Popo. Allí, los geólogos han organizado una serie de talleres de vulcanología para los expedicionarios. Por vez primera, jóvenes de cuarenta países se han convertido en científicos ante un volcán que sigue exhalando gases y cenizas.
Posteriormente, y hasta el 10 de julio, la expedición se moverá por el país recorriendo Puebla, Antigua, Veracruz y los Tuxlas, ya en la cosa caribeña. Allí, otro volcán, el de San Martín Tuxla, permitirá comprobar cómo esa fractura de fuego del interior de la tierra se puede llegar a convertir en un paraíso: una densa selva tropical húmeda que actualmente es Reserva Especial de la Biosfera. Y luego, las tierras de España y Portugal
Crónicas de la Ruta
Armentia dando clase (
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2004-07-09 01:00 Enlace
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